De repente se tuvo la posibilidad de decirlo todo a todos, pero bien mirado, no se tenía nada qué decir. Bertolt Brecht (Teoría de la Radio, 1927-1932)


lunes, 2 de enero de 2012

Feliz 2012. Felices lecturas de literatura infantil y juvenil



El mundo es una máquina sorda
sin sentido ni lógica

a veces esperas
y esperas
y esperas 
y esperas 
y esperas
y nada ocurre...
El árbol rojo, de Shaun Tan
 ...

Un día, de la noche a la mañana -nadie supo cómo apareció- toda Tierracalma amaneció dividida
por un muro altísimo, vigilado en ambos lados por topos armados.
 El muro de Tierracalma, de Carlos Marianidis

...

Me gusta mi nombre. Nadie se llama como yo, Flor Blanca, sí... hay muchas niñas con ese nombre. Otras se llaman Flor Azul, Flor Roja, Flor Amarilla o Flor de Honor. Pero Tecuixpo, Copo de Algodón, sólo hay una.

Copo de Algodón, de María García Esperón
...

Al finalizar el disco, con un cuarteto para cuerdas de Beethoven, todos seguíamos pegados a los sillones. No lo podíamos creer. Habíamos pasado casi dos horas juntos y ni nos habíamos molestado, bueno, no mucho, ni dormido, como cuando mi papá comienza a ver una película con nosotros.

El Lindero, de María Eugenia Mendoza Arrubarrena
...

Lo que la pequeña Momo sabía hacer como nadie era escuchar. Eso no es nada especial, dirá, quizás, algún lector, cualquiera sabe escuchar.
Pero eso es un error. Muy pocas personas saben escuchar de verdad. Y la manera en que sabía escuchar Momo era única.
Momo sabía escuchar de tal manera que a la gente tonta se le ocurrían, de repente, ideas muy inteligentes.
Momo, de Michael Ende
...

...Y tal como imaginaba
ahí estaba la estrella sobre la arena dorada.
Al fin el niño había conseguido su estrella.
Una estrella sólo para él.
 Cómo atrapar una estrella, de Oliver Jeffers

...

A Ana le gustaban mucho los gorilas. Leía libros sobre gorilas. Veía programas en la televisión y dibujaba gorilas. Pero nunca había visto un gorila de verdad.
Su papá no tenía tiempo para llevarla a ver gorilas al zoológico. Nunca tenía tiempo para nada.

Gorila, de Anthony Browne 

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