De repente se tuvo la posibilidad de decirlo todo a todos, pero bien mirado, no se tenía nada qué decir. Bertolt Brecht (Teoría de la Radio, 1927-1932)


viernes, 28 de octubre de 2011

La fuerza de una palabra

Durante el funeral de su último hermano recordó la despedida de su madre, en su lecho de muerte.
Todos sus hijos la rodeaban. Los mayores sostenían sus manos, los más pequeños se aferraban a sus pies.
La dificultosa respiración angustiaba a todos, temían que de un momento a otro se diera el fatal desenlace.
Tuvo aliento, sin embargo, para prometer que estuviera donde estuviera, ella vigilaría que nada les ocurriera.
Ahora, setenta años después, se preguntaba qué hubiese ocurrido si su madre hubiese tenido fuerzas para agregar una palabra, una sola palabra.
Miró el féretro de su hermano, quien a los setenta y nueve había muerto de muerte natural en la casa materna, igual que los otros cinco, todos más o menos a esa edad y sin que nada bueno ni malo les hubiera ocurrido en la vida.
Si su madre, quien, como decían todos, tenía boca de profeta, tan sólo hubiese tenido fuerza para agregar una palabra, tal vez las cosas hubieran sido diferentes.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

La radio nos hace guapos

Recibió a los invitados en el vestíbulo. No se conocían personalmente. Habían hablado por teléfono dos o tres veces para establecer algunos puntos que tratarían en la mesa de discusión, pero se saludaron como viejos amigos.

Se distrajo al ver que se acercaba uno de los conductores de la última edición del noticiario, el de media noche. Ella lo escuchaba siempre al final, cerca de la una de la mañana, cuando ya había pasado el recuento de los muertos de la jornada, el reporte de las corruptelas descubiertas aquí y allá, las notas del "sabemos lo que hicieron pero igual no pasa nada". Al final de la emisión JL dedicaba diez minutos a buenas noticias, aunque digan que las buenas noticias no son noticias. La veta de este tipo de notas era la cultura. Estrenos de películas, presentaciones de libros, cartelera teatral, invitaciones a conciertos y exposiciones. Entonces su voz de noticiero era sustituida por una voz educada, sensual, sin prisa. Ella amaba esa voz, sobre todo cuando la usaba para decir un poema, leer un microrrelato. En su fantasía, mucho antes de entrar a trabajar en la radiodifusora, lo había idealizado, sin duda JL era un hombre perfecto, no podía ser de otra manera.


Su admiración no decayó cuando lo conoció. Se convenció de que la voz de JL reflejaba mejor que su físico una exquisita belleza de alma, solamente alguien de veras hermoso podía tener una voz así. El día que lo conoció, justo cuando estaba a punto de debutar en la estación, le costó trabajo ocultar la emoción que la asaltaba. Estrechó su mano y no pasó del trillado "mucho gusto", cuando en realidad deseaba lanzarse en sus brazos y agradecerle el regalo que le ofrecía de lunes a viernes cada noche, antes de dormir. JL le brindó una sonrisa un tanto forzada y siguió su camino hacia uno de los estudios de grabación. Pero ella no lo tomó como algo personal, seguramente JL estaba presionado por los acontecimientos que debía reportar. Se sintió tranquila de no tenerlo frente a ella, porque seguramente se quedaría muda y su debut se convertiría en despedida.

En el que ella esperaba sería un segundo encuentro, ahora sí agradable, en el que podrían hacer bromas de locutores, cuando se aprestaba a saludarlo, JL puso ante sus ojos el papel que llevaba en la mano. La señal no podía ser más evidente.

Su sonrisa desapareció. Pese a que sentía que las mejillas le iban a estallar, procuró que sus invitados no notaran su perturbación. Los condujo a una pequeña sala de espera, aislada de las cabinas de transmisión. Ahí ultimaron algunos detalles sobre los temas que abordarían en el programa, aunque ella prefería no hablar demasiado y mucho menos adelantar las preguntas puesto que sentía que eso restaba espontaneidad a la charla.

Unos minutos antes de las nueve les pidió que la acompañaran al estudio de transmisión. El nerviosismo que siempre sentía antes de encender el micrófono se iba diluyendo, adoraba la radio, amaba construir puentes de comunicación entre expertos y el auditorio, gozaba su trabajo.

Ahí estaba él, JL, supliendo al locutor de turno que debía dar el resumen informativo. Cuando la vio parada cerca del productor, ella le sonrió pero él desvió la vista, la ignoró por completo, una vez más.

Con los audífonos puestos se veía todavía más interesante, pensó ella.

Una de las invitadas le preguntó al operador si lo que decían ahí podía escucharlo el locutor. El operador contestó que no. Entonces, con toda naturalidad la invitada dijo: "no cabe duda de que la radio es mágica hace guapos hasta a los más feos. Pero mira qué feo es y con esos aires de diva, se hace todavía más fea la fealdad del tipo". Terminó de decirlo justo cuando JL cerraba el micrófono y el productor, con una sonrisa cómplice, les indicó que ya podían pasar al estudio.


JL tomó las hojas que acababa de leer y salió apresurado, sin mirar a nadie, no como un gesto de timidez ni de respeto al trabajo de otros sino de soberbia, la ignoraba por tercera vez. Se concretó a balbucir "buenas noches".

Fue entonces que ella se animó a decir con su voz clara y fuerte, tiene razón, doctora, "la radio nos hace guapos... qué chasco se lleva el auditorio cuando nos conoce en persona".




miércoles, 16 de marzo de 2011

Autora de la semana (tercera de marzo) en Suite 101

Autora de la semana: María Eugenia Mendoza

Mexicana de nacimiento, María Eugenia estudió Periodismo y Ciencias de la Comunicación para después convertirse en productora y conductora de diversos espacios en emisoras privadas y culturales. Su experiencia laboral se ha centrado sobre todo en la divulgación de la ciencia, la educación y la cultura alimentaria, pero además gracias a su perfil somos conscientes de que también tiene una más que consolidada carrera como escritora.

- ¿Qué es lo que más te motiva como colaborador de Suite101.net?
La posibilidad de escribir con libertad, en cuanto a temas, para un medio electrónico cuyas reglas son claras y en el que cuentas con la asesoría por parte de los redactores jefe, los tutoriales y otros recursos de optimización disponibles.

- ¿Qué es lo que Suite101 le aporta a tu vida profesional?
La disciplina de investigar y escribir sobre temas que me apasionan y la satisfacción de publicar textos que quizá puedan ayudar a alguien. Confieso que ya no puedo leer, ver, escuchar o incluso preparar o comer algo sin pensar en que me gustaría escribir un artículo para Suite101. No obstante, cuando estoy frente a la pantalla de la computadora no todo parece tan interesante como pensé y guardo los apuntes, por si algún día toman forma.

- ¿Qué artículos o temáticas te han reportado mayores satisfacciones en tu trayectoria en Suite101?
Mis artículos no son leídos por miles de lectores en un día, pero me da mucho gusto que los relacionados con los cambios en la ortografía del español despierten el interés de personas interesadas en escribir correctamente un idioma compartido por casi quinientos millones de hispanoamericanos y que a muchos parece tan vulnerable cuando leen “tuits” o mensajes cortos en el celular. Por otro lado, me siento feliz cuando uno de mis artículos es seleccionado como favorito del redactor jefe.

- ¿Qué consejo le darías a alguien que esté pensando en ser colaborador de Suite101?
Colaborar con Suite101 es producto de una decisión adulta y autónoma, por lo que sugiero que disfrute cada paso del proceso, desde la elección del tema, hasta la relectura del artículo publicado, pasando por la investigación y la escritura. Es fundamental tomar en serio el papel de articulista, no perder de vista la responsabilidad social que asumimos al publicar un texto, que algunos lectores podrán tomar como la verdad absoluta, mientras otros están en su derecho a cuestionar.

- ¿Cuáles son tus próximos proyectos laborales?
Espero seguir realizando actividades editoriales y de evaluación en el sector educativo; promover mis libros en las escuelas y seguir publicando en Suite101.
 ...
Gracias al equipo editorial de suite101.net por considerarme entre los autores destacados.

sábado, 12 de marzo de 2011

Ganarás el pan

 Para Tarsi

"Ganarás el pan con el sudor de tu frente"
y de todo tu cuerpo
y exprimirás tu cerebro de ingeniero para
resolver problemas
plantear preguntas
ganar proyectos
demostrar que honradamente se puede
construir
un país
una empresa
una familia.


"Ganarás el pan con el sudor de tu frente"
y de todo tu cuerpo
y exprimirás tu cerebro de maestro
para aprender
transmitir conocimientos
hacer escuela
despertar vocaciones
hacer de éste un mundo mejor
ejerciendo profesiones denigradas
por quienes ganan los pastelillos
con el sudor de las frentes ajenas.

jueves, 20 de enero de 2011

El mito de la sabiduría


El mito de la sabiduría 

© María Eugenia Mendoza Arrubarrena

Cuando era niña la gente le hacía burla porque actuaba como tonta.
No le importaba y seguía chacoteando.
Sabía que las cosas cambiarían en el futuro.
Pasó de joven a adulta y la gente no tenía el menor pudor en llamarla imbécil en su cara.
Las palabras se le resbalaban como la lluvia, cuando la sorprendía a medio camino hacia ninguna parte y ella ni corría ni buscaba un techo para protegerse.
Cada vez estaba más cerca de que el futuro hiciera realidad su deseo, cómo deseaba que la gente cambiara la forma de verla.
Cuando llegó a vieja, prácticamente nadie le hacía caso, no era más que una vieja inútil y ya nadie se molestaba en llamarla estúpida.
Al percatarse de que esa era la apreciación general y nada podía hacer para cambiarla, lloró.
La vejez la traicionó, no la había hecho sabia.

viernes, 31 de diciembre de 2010

Las cuatro piernas del pollo

 
© María Eugenia Mendoza Arrubarrena

Si algo hacía feliz a mamá era ver la cara de sus hijos cuando descubrían que habría pollo para comer. No importaba cómo lo preparaba, siempre era muy apreciado. Y aunque la sopa de pasta o el arroz y los frijoles eran cosa de todos los días, cuando había pollo como guisado, hasta las tortillas con que lo acompañaban adquirían sabor a fiesta.

Nadie llevaba la cuenta sobre con qué frecuencia había en pollo en casa, la verdad, ese detalle carecía de importancia. Siempre hubo comida sobre la mesa y eso era motivo más que suficiente para sentirse muy agradecidos.

Guisos sencillos, preparados con verduras, en forma de tortitas capeadas y rellenas de queso fresco o añejo, bañadas en caldillos de jitomate o salsa verde, eran los más recurrentes. Había ocasiones en que alguno se mostraba un tanto remilgoso, sobre todo cuando el olor en la casa anunciaba que había llegado el turno de tortas de coliflor. La carne de res, que llevaba papá a casa era más o menos frecuente y se comía en forma de albóndigas en caldillo de chipotle, picadillo, salpicón o ropa vieja.

Qué no hubiera hecho mamá para cambiar el sabor de la monotonía, pero entre el trabajo de cuidar y atender ocho hijos, lo más preciado era lo práctico y rendidor.

En aquellos tiempos la crisis no era asunto de niños. Los niños no se enteraban de las dificultades económicas que enfrentaban los padres y por tanto no hablaban de cosas tan comunes hoy en día. Ignorábamos si los ajustes que en ocasiones hacía al menú se debían a que mamá había tenido que desviar parte del gasto para comprar una medicina, para enviar los hambrientos zapatos de alguno de nosotros a reparar o cosas por el estilo.

Pero cuando se trataba de pollo era como si se adelantara la Navidad, como si fuera el cumpleaños de alguno de los hermanos mayores o por lo menos un domingo con invitados. Mamá era una especie de maga, como probablemente la mayoría de las mamás lo son. Ella era capaz de complacer a todos cuando de distribuir las piezas de pollo se trataba.

En aquellos años era costumbre que las amas de casa compraran el pollo entero, de hecho no había venta de piezas sueltas. Podían pedir al pollero que lo partiera si planeaban hacer puchero o, si iban a seguir una receta para prepararlo al horno, lo llevaban entero y siempre con menudencias.

Por alguna razón los dos mayores y los dos pequeños siempre pedían pierna, los demás o nos resignábamos o realmente nos gustaban la pechuga y los muslos. Esa costumbre de no pensar en ella era muy propia de mamá. Decía que le encantaba cualquier pieza. Mientras quienes saboreaban hasta los huesitos, que quedaban sin nada de carne pegada en ellos, nadie notaba si a mamá le había tocado algo así como la rabadilla, las alas, las patas o la molleja y el hígado, tan menospreciadas por los chicos.

Era tan natural la forma en que servía y complacía a todos, que sólo años más tarde, cuando hubo tiempo para reflexionar sobre lo que ocurría en la mesa familiar antes de que papá muriera, caímos en la cuenta de que mamá hacía magia, reproducía el milagro de la multiplicación de los peces y los panes, en su versión piernas de pollo, o simplemente usaba su ingenio para no frustrar a nadie, sirviendo dos piernas que podrían parecer gigantes en las manos de los pequeños y dos "piernitas" (que en realidad eran alitas), del tamaño justo para los pequeños.

Eso sí, cuando éramos chicos todos estábamos convencidos de que mamá conseguía en el mercado pollos de cuatro piernas.

Publicado en "En la sobremesa de María", el 30 de diciembre de 2010.

jueves, 9 de diciembre de 2010

"Todo por una cadena", fragmento de Peligro en la Aldea de las Letras

Del capítulo "Todo por una cadena", del libro Peligro en la Aldea de las Letras, comparto este fragmento:
Estaba a punto de eliminar el correo, cuando me fijé en el título: “La nueva ortografía del español”.
El tema me intrigó, pues la neta, la ortografía, aunque a veces es una monserga, ha sido un asunto que siempre ha preocupado a mis papás y a mi abuela y a mi bisabuela y a mi tatarabuela y seguro que también a mi antetatarabuela ¿se dirá así? Según mis papás, la ortografía es reflejo de lo cuidadosa e inteligente que es una persona y aunque me choque, a veces, prefiero cuidarla a que me tachen de descuidada y bruta.
Me armé de valor y le recé a todos los santos para que al abrirlo no le estuviera dando entrada a algún maleficio o bicho cibernético, porque si echaba a perder esta computadora tendrían que pasar muchos años para que mis papás volvieran a comprarme una.
 ¡Clic!
El dichoso archivo tardó una eternidad en abrir.
Por fin apareció la carátula de una presentación en Power Point.
La primera diapositiva tenía los logos de la Real Academia Española y del Instituto Cervantes. Parecía serio. Pero conforme avanzaba me di cuenta de que era una broma. ¿O, acaso no lo era?
Está bien que a veces omitimos la hache o la colocamos en donde no va, que nos confundimos con el uso de la be o la ve, la ce, la ese, la equis o la zeta, la ge y la jota, pero de ahí a eliminar letras, acentos y diéresis para simplificar la enseñanza y el aprendizaje, así como el uso de nuestra lengua escrita, me parecía un crimen.
¡Ay sí, ya estoy pensando como los diccionarios ambulantes que salen en la tele hablando del significado de las palabras, como esos chavos de “La dichosa palabra”, que a mis papás tanto les gusta ver!
Estaba segura que esta cadena era una broma o de plano los sabios de barbas blancas de la Real Academia Española ya estaban chocheando.
El motivo de incluir este texto es que Georgina Noble me avisó que hoy, a las 9 de la noche, por Canal 22, en La dichosa palabra se van a obsequiar uno o dos ejemplares de Peligro en la Aldea de las Letras. ¡Muchas gracias por tan buena noticia, Georgina!

Texto publicado en La Aldea de las Letras el 4 de diciembre de 2010.