De repente se tuvo la posibilidad de decirlo todo a todos, pero bien mirado, no se tenía nada qué decir. Bertolt Brecht (Teoría de la Radio, 1927-1932)


lunes, 16 de enero de 2012

Catarsis


 Catarsis
© María Eugenia Mendoza Arrubarrena

Cuando Armando llegó a casa encontró a su madre riendo a carcajadas. La cuidadora le dijo que así estaba desde que leyó la carta que sostenía en las manos.
El hombre sintió una gran alegría al verla tan contenta. El Alzheimer, recién diagnosticado, le estaba arrebatando su porte altivo y la actitud soberbia que la habían caracterizado. Después de besar su frente tomó las tres hojas escritas con cuidada caligrafía. Se sentó frente a su madre, quien había pasado de la carcajada a la mirada perdida.

Ciudad de México, verano de 2011.
Señora López de Cosío:
Habrá notado la ausencia de fórmula de cortesía. Pero no se detenga por eso, siga leyendo. En unas líneas más entenderá que no merece estimación o aprecio ni la considero digna de una forma amable para dirigirme a usted.
También le extrañará recibir esta misiva después de treinta años. Probablemente usted no recuerde mi nombre, aunque estoy segura que en alguna ocasión pensó en lo que hizo y una mueca triunfante se habrá dibujado en su, hoy, arrugado rostro, aunque tal vez solo sea inexpresivo, debido al botox.
Le confieso que soy la primera sorprendida. ¿Por qué dedicarle unos minutos y dejar evidencia escrita de lo que sentí durante aquellos minutos tan amargos como injustos que me prodigó? Tal vez ahora se asome un connato de sonrisa triunfal al pensar que me provocó un daño permanente, dadas mi edad y falta de experiencia. Pero no, no crea que tuvo tal impacto en mi vida, esa llamada telefónica la superé muy rápido.
Como soy una persona educada le contaré por qué reapareció en mi vida.
Resulta que hoy leí las noticias, ¡oh, Dios!, me topé con una escalofriante. No obstante, al terminar de leerla fue imposible esconder una sonrisa catártica.
La nota decía que una madre de familia fue atacada en su casa de Coapa, por la furiosa novia del hijo menor –seguro ahora ex novia–. La jovencita tundió a golpes a la mujer de 40 años. La golpiza solamente la dejó maltrecha y desgreñada, según los paramédicos. Tras exhaustivo examen médico se confirmó que no hay heridas graves ni fracturas. La chica declaró, en su defensa, que esa mujer le llamó por teléfono la noche anterior para prohibirle ver a su hijo, un chico de dieciocho años, pues “él es un niño bien mientras ella era una pobretona oportunista sin oficio ni beneficio que sólo le hacía perder el tiempo”.
¿Le parece familiar la historia?
Claro que usted no recibió ninguna visita de ese tipo, por lo menos no de mi parte, pero ¿cuántas llamadas telefónicas similares habrá hecho?
Le refresco la memoria. Hace treinta años, cuando Armando y yo teníamos quince nos conocimos, ahí en su casa de Coapa, una casa monona, recuerdo, pero nada que indicara que él y su familia pertenecieran a la nobleza ni al jet set. La fiesta era para celebrar el cumple de Armando, el final de la secundaria y su ingreso a la prepa. ¡Tres festejos en uno!
Yo también había terminado la secundaria, fui aceptada en la prepa y había cumplido los quince una semana antes sin vals, ni chambelanes, ni vestido vaporoso, vaya, sin fiesta. De manera que cuando bailé con Armando canciones de Blondie, Bee Gees y otros grupos de la onda disco me imaginé con un hermoso vestido azul, tan cursi como ampón, en mis quince, con el chico más guapo de todos, porque de veras que su hijo era un galán, en su tipo.
Habremos bailado como dos horas sin parar cuando me preguntó si quería salir a caminar. Acepté.
Esa noche de verano fue mágica. No sé si la luna brillaba como nunca o siquiera si había luna, pero como soy quien reconstruye el recuerdo quiero dejar sentado que así fue.
Memoria selectiva.
Había llovido y en el ambiente predominaba el perfume a tierra húmeda. Soplaba un viento fresco. Nuestras manos entrelazadas se sentían muy bien. ¿De qué hablamos? No recuerdo nada. Pero ¿sabe qué recuerdo perfectamente? Mi primer beso, que también fue el primero de Armando.
Es cierto que el primer beso nunca se olvida. Si soy objetiva debo admitir que ese beso fue más bien baboso, desesperado y torpe. Me dejó sin aliento por la sorpresa y porque nuestras caras no sabían cómo acomodarse y nuestros anteojos chocaron. Pero con todo, tuvo la belleza indeleble del primer beso. Esa noche sólo hubo uno. Fue la noche de verano del primer beso de un par de ñoños quinceañeros babosos.
Durante cuatro fines de semana fuimos novios. Él me buscaba en mi casa, en una colonia que usted habrá imaginado barrio de quinta. Mis apellidos le parecían corrientes y mi papá no ejercía una profesión que, desde su copetona perspectiva, me asegurara un futuro. Armando era un chico bueno, de buenos sentimientos y ajeno a sus sueños de grandeza. No hacíamos planes de nada. A los quince años, de hace treinta, lo más atractivo del noviazgo era el besuqueo, caminar tomados de la mano, divertirnos  viendo fragmentos de una película, escuchar música. No teníamos dinero, apenas el suficiente para los camiones, las entradas al cine o para un café.
La última vez que salí con él, cuando esperaba que me llamara para decirme que había llegado a casa, después de escuchar su adorada voz grave usted le arrebató el teléfono.
Su voz disonante, aguda, histérica me hizo enmudecer y paralizar.
Recuerdo cada una de sus palabras. No dudó en calificarme de cazafortunas y muerta de hambre. Recalcó que Armandito y yo pertenecíamos a mundos diferentes y distantes. Habló de clases sociales, del brillante futuro de Armando y que no permitiría que una muchacha como yo le impidiera alcanzar sus metas. Me advirtió que jamás volvería a verlo, así tuviera que encadenarlo. Un abrupto clic terminó la tortura. Ignoro si Armando, en un gesto de pudor, colgó o usted deseó imprimir un final dramático a su perorata. Descansé. Luego lloré. Lloré toda la noche. Durante días sentí vergüenza pero tuve que tragármela sola.
En unos días la olvidé, a usted, no a Armando, inolvidable chico de mi primer beso en el verano de hace treinta años.
Hasta ahora que leí la historia de la joven que saboreó en caliente la venganza, tras haber sido insultada, volví a pensar en esa amarga noche de verano.
Ojalá le arda la cara de vergüenza al recordar cómo lastimó a su hijo, quien deseo se haya alejado a tiempo de su dañina sobreprotección.
Hasta nunca.
Nicolasa

Armando se levantó, tomó el cesto de basura y lo vació ante la mirada atónita de su madre.

* Publicado en la antología de cuento breve Verano. Serial Estaciones. BENMA Grupo Editorial, México, 2011




lunes, 2 de enero de 2012

Feliz 2012. Felices lecturas de literatura infantil y juvenil



El mundo es una máquina sorda
sin sentido ni lógica

a veces esperas
y esperas
y esperas 
y esperas 
y esperas
y nada ocurre...
El árbol rojo, de Shaun Tan
 ...

Un día, de la noche a la mañana -nadie supo cómo apareció- toda Tierracalma amaneció dividida
por un muro altísimo, vigilado en ambos lados por topos armados.
 El muro de Tierracalma, de Carlos Marianidis

...

Me gusta mi nombre. Nadie se llama como yo, Flor Blanca, sí... hay muchas niñas con ese nombre. Otras se llaman Flor Azul, Flor Roja, Flor Amarilla o Flor de Honor. Pero Tecuixpo, Copo de Algodón, sólo hay una.

Copo de Algodón, de María García Esperón
...

Al finalizar el disco, con un cuarteto para cuerdas de Beethoven, todos seguíamos pegados a los sillones. No lo podíamos creer. Habíamos pasado casi dos horas juntos y ni nos habíamos molestado, bueno, no mucho, ni dormido, como cuando mi papá comienza a ver una película con nosotros.

El Lindero, de María Eugenia Mendoza Arrubarrena
...

Lo que la pequeña Momo sabía hacer como nadie era escuchar. Eso no es nada especial, dirá, quizás, algún lector, cualquiera sabe escuchar.
Pero eso es un error. Muy pocas personas saben escuchar de verdad. Y la manera en que sabía escuchar Momo era única.
Momo sabía escuchar de tal manera que a la gente tonta se le ocurrían, de repente, ideas muy inteligentes.
Momo, de Michael Ende
...

...Y tal como imaginaba
ahí estaba la estrella sobre la arena dorada.
Al fin el niño había conseguido su estrella.
Una estrella sólo para él.
 Cómo atrapar una estrella, de Oliver Jeffers

...

A Ana le gustaban mucho los gorilas. Leía libros sobre gorilas. Veía programas en la televisión y dibujaba gorilas. Pero nunca había visto un gorila de verdad.
Su papá no tenía tiempo para llevarla a ver gorilas al zoológico. Nunca tenía tiempo para nada.

Gorila, de Anthony Browne 

viernes, 16 de diciembre de 2011

Felicitación navideña 2011

Nochebuenas de diversos tamaños y colores

El espíritu de la Navidad se manifiesta de diversas formas en estos días, lo percibimos en el ambiente festivo, bullicioso y aun ansioso de las calles y centros comerciales, en los buenos deseos de amigos y familiares, en la esperanza renovada.
Que ese espíritu anide en nuestros corazones y se mantenga vivo todo el año es tarea de cada uno de nosotros.
Con la imagen de estas flores anuales, diversas pero esencialmente nochebuenas, deseo a mis amigos una Feliz Navidad.

viernes, 28 de octubre de 2011

La fuerza de una palabra

Durante el funeral de su último hermano recordó la despedida de su madre, en su lecho de muerte.
Todos sus hijos la rodeaban. Los mayores sostenían sus manos, los más pequeños se aferraban a sus pies.
La dificultosa respiración angustiaba a todos, temían que de un momento a otro se diera el fatal desenlace.
Tuvo aliento, sin embargo, para prometer que estuviera donde estuviera, ella vigilaría que nada les ocurriera.
Ahora, setenta años después, se preguntaba qué hubiese ocurrido si su madre hubiese tenido fuerzas para agregar una palabra, una sola palabra.
Miró el féretro de su hermano, quien a los setenta y nueve había muerto de muerte natural en la casa materna, igual que los otros cinco, todos más o menos a esa edad y sin que nada bueno ni malo les hubiera ocurrido en la vida.
Si su madre, quien, como decían todos, tenía boca de profeta, tan sólo hubiese tenido fuerza para agregar una palabra, tal vez las cosas hubieran sido diferentes.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

La radio nos hace guapos

Recibió a los invitados en el vestíbulo. No se conocían personalmente. Habían hablado por teléfono dos o tres veces para establecer algunos puntos que tratarían en la mesa de discusión, pero se saludaron como viejos amigos.

Se distrajo al ver que se acercaba uno de los conductores de la última edición del noticiario, el de media noche. Ella lo escuchaba siempre al final, cerca de la una de la mañana, cuando ya había pasado el recuento de los muertos de la jornada, el reporte de las corruptelas descubiertas aquí y allá, las notas del "sabemos lo que hicieron pero igual no pasa nada". Al final de la emisión JL dedicaba diez minutos a buenas noticias, aunque digan que las buenas noticias no son noticias. La veta de este tipo de notas era la cultura. Estrenos de películas, presentaciones de libros, cartelera teatral, invitaciones a conciertos y exposiciones. Entonces su voz de noticiero era sustituida por una voz educada, sensual, sin prisa. Ella amaba esa voz, sobre todo cuando la usaba para decir un poema, leer un microrrelato. En su fantasía, mucho antes de entrar a trabajar en la radiodifusora, lo había idealizado, sin duda JL era un hombre perfecto, no podía ser de otra manera.


Su admiración no decayó cuando lo conoció. Se convenció de que la voz de JL reflejaba mejor que su físico una exquisita belleza de alma, solamente alguien de veras hermoso podía tener una voz así. El día que lo conoció, justo cuando estaba a punto de debutar en la estación, le costó trabajo ocultar la emoción que la asaltaba. Estrechó su mano y no pasó del trillado "mucho gusto", cuando en realidad deseaba lanzarse en sus brazos y agradecerle el regalo que le ofrecía de lunes a viernes cada noche, antes de dormir. JL le brindó una sonrisa un tanto forzada y siguió su camino hacia uno de los estudios de grabación. Pero ella no lo tomó como algo personal, seguramente JL estaba presionado por los acontecimientos que debía reportar. Se sintió tranquila de no tenerlo frente a ella, porque seguramente se quedaría muda y su debut se convertiría en despedida.

En el que ella esperaba sería un segundo encuentro, ahora sí agradable, en el que podrían hacer bromas de locutores, cuando se aprestaba a saludarlo, JL puso ante sus ojos el papel que llevaba en la mano. La señal no podía ser más evidente.

Su sonrisa desapareció. Pese a que sentía que las mejillas le iban a estallar, procuró que sus invitados no notaran su perturbación. Los condujo a una pequeña sala de espera, aislada de las cabinas de transmisión. Ahí ultimaron algunos detalles sobre los temas que abordarían en el programa, aunque ella prefería no hablar demasiado y mucho menos adelantar las preguntas puesto que sentía que eso restaba espontaneidad a la charla.

Unos minutos antes de las nueve les pidió que la acompañaran al estudio de transmisión. El nerviosismo que siempre sentía antes de encender el micrófono se iba diluyendo, adoraba la radio, amaba construir puentes de comunicación entre expertos y el auditorio, gozaba su trabajo.

Ahí estaba él, JL, supliendo al locutor de turno que debía dar el resumen informativo. Cuando la vio parada cerca del productor, ella le sonrió pero él desvió la vista, la ignoró por completo, una vez más.

Con los audífonos puestos se veía todavía más interesante, pensó ella.

Una de las invitadas le preguntó al operador si lo que decían ahí podía escucharlo el locutor. El operador contestó que no. Entonces, con toda naturalidad la invitada dijo: "no cabe duda de que la radio es mágica hace guapos hasta a los más feos. Pero mira qué feo es y con esos aires de diva, se hace todavía más fea la fealdad del tipo". Terminó de decirlo justo cuando JL cerraba el micrófono y el productor, con una sonrisa cómplice, les indicó que ya podían pasar al estudio.


JL tomó las hojas que acababa de leer y salió apresurado, sin mirar a nadie, no como un gesto de timidez ni de respeto al trabajo de otros sino de soberbia, la ignoraba por tercera vez. Se concretó a balbucir "buenas noches".

Fue entonces que ella se animó a decir con su voz clara y fuerte, tiene razón, doctora, "la radio nos hace guapos... qué chasco se lleva el auditorio cuando nos conoce en persona".




miércoles, 16 de marzo de 2011

Autora de la semana (tercera de marzo) en Suite 101

Autora de la semana: María Eugenia Mendoza

Mexicana de nacimiento, María Eugenia estudió Periodismo y Ciencias de la Comunicación para después convertirse en productora y conductora de diversos espacios en emisoras privadas y culturales. Su experiencia laboral se ha centrado sobre todo en la divulgación de la ciencia, la educación y la cultura alimentaria, pero además gracias a su perfil somos conscientes de que también tiene una más que consolidada carrera como escritora.

- ¿Qué es lo que más te motiva como colaborador de Suite101.net?
La posibilidad de escribir con libertad, en cuanto a temas, para un medio electrónico cuyas reglas son claras y en el que cuentas con la asesoría por parte de los redactores jefe, los tutoriales y otros recursos de optimización disponibles.

- ¿Qué es lo que Suite101 le aporta a tu vida profesional?
La disciplina de investigar y escribir sobre temas que me apasionan y la satisfacción de publicar textos que quizá puedan ayudar a alguien. Confieso que ya no puedo leer, ver, escuchar o incluso preparar o comer algo sin pensar en que me gustaría escribir un artículo para Suite101. No obstante, cuando estoy frente a la pantalla de la computadora no todo parece tan interesante como pensé y guardo los apuntes, por si algún día toman forma.

- ¿Qué artículos o temáticas te han reportado mayores satisfacciones en tu trayectoria en Suite101?
Mis artículos no son leídos por miles de lectores en un día, pero me da mucho gusto que los relacionados con los cambios en la ortografía del español despierten el interés de personas interesadas en escribir correctamente un idioma compartido por casi quinientos millones de hispanoamericanos y que a muchos parece tan vulnerable cuando leen “tuits” o mensajes cortos en el celular. Por otro lado, me siento feliz cuando uno de mis artículos es seleccionado como favorito del redactor jefe.

- ¿Qué consejo le darías a alguien que esté pensando en ser colaborador de Suite101?
Colaborar con Suite101 es producto de una decisión adulta y autónoma, por lo que sugiero que disfrute cada paso del proceso, desde la elección del tema, hasta la relectura del artículo publicado, pasando por la investigación y la escritura. Es fundamental tomar en serio el papel de articulista, no perder de vista la responsabilidad social que asumimos al publicar un texto, que algunos lectores podrán tomar como la verdad absoluta, mientras otros están en su derecho a cuestionar.

- ¿Cuáles son tus próximos proyectos laborales?
Espero seguir realizando actividades editoriales y de evaluación en el sector educativo; promover mis libros en las escuelas y seguir publicando en Suite101.
 ...
Gracias al equipo editorial de suite101.net por considerarme entre los autores destacados.

sábado, 12 de marzo de 2011

Ganarás el pan

 Para Tarsi

"Ganarás el pan con el sudor de tu frente"
y de todo tu cuerpo
y exprimirás tu cerebro de ingeniero para
resolver problemas
plantear preguntas
ganar proyectos
demostrar que honradamente se puede
construir
un país
una empresa
una familia.


"Ganarás el pan con el sudor de tu frente"
y de todo tu cuerpo
y exprimirás tu cerebro de maestro
para aprender
transmitir conocimientos
hacer escuela
despertar vocaciones
hacer de éste un mundo mejor
ejerciendo profesiones denigradas
por quienes ganan los pastelillos
con el sudor de las frentes ajenas.